viernes, 30 de septiembre de 2022

Primavera

 Llenos de fantasmas

Pero sonriendo y andando 

(Como Diógenes)

Girando en círculos

Una y otra vez

(Como la Tierra)

Teniendo siempre

La semilla de algo nuevo

(Como la hierba)

La primavera llega 

Regalando golondrinas

Y una nueva oportunidad.







martes, 1 de diciembre de 2020

Atardecer

Atardecer
Ajeno al calor que agobia
Ajeno a las motos con sus ruidosos motores
Ajeno a mis alegrías y angustias
Pero a la vez, presente

Efímero, inasible, cambiante
Apenas unos minutos pintando el cielo
Con sus paletas de luces, nubes y pájaros
Atardecer que se burla y se ríe
Cuando fallo en capturarlo con mi cámara

Atardecer que invita
A la reunión o a la caminata
Atardecer que una vez más capta mi atención
El sol se despide de Rosario
Para despertar, vaya a saber uno qué ciudades


martes, 10 de noviembre de 2020

Tiempo

Tiempo de volver a trazar caminos,

de redibujarme.

Tiempo de buscar miel de abeja y arrullo de grillo,

estrellas de campo fresco y olor a tierra mojada.

Tiempo de reencontrar palabras y sonrisas;

de dejarse llevar por perfume de azahares,

por canto de chingolos o de cigarras.

Tiempo de pedalear la vida

De afinar el pincel

De confiar en la Luna

De aprender de la flor

De abrazar el vínculo

Ahí vamos.

viernes, 30 de octubre de 2020

Vida

La vida puja. Late. Se expande. Se obstina en reinventarse una y otra vez. Miles de millones de años convergiendo y reafirmándose cada día en una flor, una raíz, una mirada, una caricia, una pluma, una mano.

jueves, 29 de octubre de 2020

Primate

El sol afuera, espléndido. Algo pinta bien. Serán las plantas creciendo alrededor. Serán los primeros atisbos de I me mine. Será el ir rompiendo el paradigma. Será que siempre es hoy. Ahora lo entiendo. Y hoy el sol está espléndido. Hoy el mate acaricia. Hoy promete. Hoy, primate.

martes, 20 de octubre de 2020

Corazón calidoscópico

_Notable -dijo el cronista-. Poema en radiante tecnicolor. 

_ Cállese -dijo Clara-. Es mío, me gusta, y además viene de otros días.

Yo me pregunto a quién se le ocurre regalar a estas dos pobres nenas, un perro de plástico que muerde. Lo miran azoradas. Escuchan las insistentes peticiones de "los mayores" para que pongan el dedo. Dale, que no hace nada. ¡Pero si es de plástico! Las nenas no entienden nada y mucho menos el bulldog de ojos apáticos. 


_Realmente suena a otro mundo -dijo Juan-. Total, Clara, tan pocos años...


Detrás de las nenas irrumpen tres amigas con sus barbijos. Tan extraño y natural a la vez.

¡Corazón calidoscópico, una tierrita, y ya te cambias!


lunes, 28 de septiembre de 2020

Libélulas

Nunca me había percatado de que esa especie de antena gigante empotrada en esa otra antena más gigante aún, se parece a una libélula. Cuando era chico le llamábamos “alguaciles” y solían abundar en los veranos, inundándolo todo -especialmente, según el saber popular- en los momentos previos a la lluvia. En aquel entonces, recuerdo que disfrutaban posarse así, como este bicho de aluminio, perpendiculares a las ramas de los árboles y los ligustros, formando verdaderas mantas que todo lo cubrían. Las había de diversos tamaños y colores; algunas pardas, otras rojizas o amarronadas. Muy de vez en cuando aparecía la Gran Reina (así la pienso en retrospectiva), una especie de libelulón rojo que medía el doble o triple de tamaño que las más comunes. Era superlativa, hermosa, hipnótica. Nunca supe de qué se alimentaban, pero me divertía poniéndole el dedo entre las mandíbulas que, a modo de tenazas o pinzas, me lo aprisionaban. Me fascinaban sus ojos gigantes, su manera de mover la cabeza, su brillo tornasolado que traía el arcoíris al patio de casa. Y sus alas, con esas nervaduras entretejiendo simetrías y mensajes sagrados; tan hermosas pero tan frágiles. Mi infancia fue dulce y luminosa, en parte por los alguaciles.