martes, 30 de mayo de 2017

Smartphones

Cien dedos, veinte manos, moviéndose al unísono y al calor de una misma luz. Bailando al ritmo de electrones excitados en un gas ionizado. Como en las películas más apocalípticas, como en las pesadillas más espeluznantes, la gente enajenada se limita a ver danzar sus dedos sobre la pantalla de su celular. Son casi todos los pasajeros del colectivo. Cabizbajos, aislados, apáticos. Como en el mejor (o el peor) capítulo de Black Mirror o en la película Wall-E.Mis ojos ven uno, dos, tres... y a medida que barren el largo del colectivo, cuatro, cinco, seis... Más y más teléfonos viajando con sus mujeres y hombres.

jueves, 25 de mayo de 2017

Attachment

La miraba a mi vieja y pensaba en lo poco que nos entendemos a veces. Y me preguntaba si sería -como sostienen algunos- que el lenguaje en verdad lo que hace es alejarnos más que acercarnos; si será cierto que pretender entendernos mediante el lenguaje es una empresa de antemano perdida. Realmente no lo sabía, pero en simultáneo con mis cavilaciones latía con fuerza inaprensible un sentimiento de unión para con ella que no podría explicar; ¡la pucha!, que fuerte que era. Me desbordaba por completo y pensarlo era limitarlo. Entonces comprendí sin entender que efectivamente el lenguaje no era lo importante, que logro llegar (y recibir) a la otra persona casi sin proponérmelo a través de mis emociones más primarias y viscerales. Y que acaso si nuestra herramienta predilecta jugaba un rol en todo esto, era cohibiendo por vergüenza mi deseo de abrazarla. Y sin embargo gracias a ella puedo compartir estas líneas...

viernes, 5 de mayo de 2017

La noche de anoche

Tengo que escribir sobre la noche de anoche. La noche de un día muy largo. Largo de kilómetros, de horas-bus y de alumnxs. El día repartido entre risas, explicaciones, aprendizajes recíprocos, algún que otro reniego, colectivos y ciudades. La noche cayendo sobre mi cuerpo como pocas veces exhausto. Un cuerpo que literalmente me pidió parar la máquina esa última hora, privándome del ida y vuelta con lxs pibxs que tanto me gusta, tirándome en una silla de escritorio.
El retorno en colectivo escuchando Radiohead. El disco que suena acompañando el interminable pasar de las cuadras tras la ventanilla. Ese disco que realmente me conmueve hasta el infinito. Cómo lo saboreé. Luego la serenidad de caminar a esas horas por Oroño, apreciar las construcciones antiguas, la paz de sus árboles, el vuelo de los murciélagos; lxs otrxs que también andaban como yo.
El percatarse de una verdad importante, ya revelada por otra persona importante, por la persona. El calor inusual, la alergia y el profundo disfrutar de esa caminata de retorno. El prometerse guardar y repetir esas sensaciones. Y también escribirlas.