viernes, 28 de julio de 2017

Cómo es posible...

Cómo es posible que las notas de un violín puedan hacer vibrar las cuerdas del alma; cómo es posible sentir las teclas de un piano pulsando el corazón; cómo puede latir el cuerpo entero al ritmo de una percusión y sentirse acariciado dulcemente por una aterciopelada voz...

sábado, 22 de julio de 2017

Tarde de sábado

Y así la vida va pasando entre cientos de personas que se cruzan en tu camino. Artistas callejeros, profesores de futuros profesores, niños y adolescentes terminando sus vacaciones, señoras "acomodadas" bebiéndose su café, chicos vendiendo pañuelitos (y cómo duele; cómo se dificulta sostener la esperanza), un anciano preguntando por dos libros de Nietzsche... Y vas viendo cómo te bombardea el mercado. Los pibes marginados luciendo orgullosos sus gorras Nike (o viceversa)... Construyo relatos a medida que camino. Todo se mezcla en un continuum entre fellinesco y dardeanno"Y nunca me he sentido tan profundamente, en un único y mismo momento, tan separado de mí mismo y tan presente en el mundo", citaba a Camus la película de anoche. Y la tarde tenía sabor a eso. Pero no por mí, particularmente; por todos. 

sábado, 15 de julio de 2017

Adèle

Adèle comenzó a sentir de repente una necesidad abrumadora de ser arropada por esa gente. Se sentía muy bien ahí; llena de vida. No quería y no podía irse. Era una sensación extraña; cualquiera hubiera dicho que se parecía a la felicidad.

viernes, 14 de julio de 2017

¿P.A.S.O. de largo?

Mientras reflexionaba en pleno centro sobre el sinsentido de ofrecer volantes de papel (por la campaña electoral) a todo el mundo para que acto seguido absolutamente todos esos papeles terminen en el primer tacho de basura disponible, me crucé con una mamá que pedía ayuda junto a su hijita de unos seis años. Decía muy acongojada que hacía mucho tiempo que no comían. Dolía mirarla a los ojos... Entonces alguien se acercó a darle algo de dinero, pero además le preguntó de dónde eran. La mujer contestó que del barrio toba, a lo que la otra persona respondió que era docente y que estaba anotada para dar clases en la escuela toba. La cara de la madre comenzó a tomar otro color, mientras contaba que casualmente su hijita iba a esa escuela. Le preguntaron el nombre y la nena respondió tímidamente (pero con gesto pícaro, o cómplice). Se despidieron con el deseo de reencontrarse en aquel barrio, algún día, y toda la expresión de la mujer era diferente; ahora tenía luz.
Me quedé pensando en la importancia del reconocimiento para cualquier persona. El sentirse parte, integrada, una más con quien hablar. Quizá ese haya sido uno de los pocos momentos de gratificación en el día para esa mujer y su hijita. Pensé en lo importante que es luchar colectivamente por un cambio social profundo pero que definitivamente no hay que perder de vista las pequeñas cosas que uno puede hacer siempre por el otro.