Quizá ya estabas presente de alguna manera en "Alicia en las ciudades" (y también en "Los 400 golpes"), pero aún era demasiado lejano.
Estabas -sin lugar a dudas- en el "Adán Buenosayres", pero no lo supe intuir.
Estabas luego en "Entre horas", y pese a lo evidente, seguía sin sospecharlo.
Estabas en "Presentes", cada vez más cercano y tangible, pero no me percataba.
Ya latías con fuerza en "Entre los muros", pero pese a todo, no lo vislumbré.
Recién con "La vida de Adèle", apareciste claramente en escena, mostraste tus cartas sin rodeos y me cautivaste con un magnestismo que igual en ese momento no supe entender.
Años más tarde recapitulo cada una de estas señales y pienso en cómo es la vida y el destino.
Por eso me atrapaban así, por eso me identificaba tanto, por eso la atracción magnética.
La semilla de la pasión por la docencia y el amor por lxs pibxs se estaba desarrollando.
Hasta que un día finalmente germinó. Y ya nada volvió a ser lo mismo; algo se iluminó para siempre.