Se dio vuelta para saludarme tantas veces como pudo, moviendo su manito circularmente, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, soplándome besos que atravesaban el chupete. Con sus ojos saltones y su expresión entre sorprendida y curiosa me llenó de amor. Durante algunos metros y unos pocos segundos fue la felicidad.